La fotografía de boda en España

El fotoperiodismo de boda es un estilo fotográfico que tiene sus orígenes en los países anglosajones, sobre todo en EEUU, donde los autores de mayor nombre son reclamados con muchísimo éxito artístico y económico (situación contraria a países como España, donde fotografiar bodas se ve como un trabajo horrendo). Sin entrar en lo que es o no el fotoperiodismo en sí, analicemos la fotografía de boda en la España.

Para comenzar, tengamos en cuenta que la fotografía de boda en España está mal vista, como si se tratase de un estilo artístico de tercera categoría. Y en realidad tienen razón, porque mayoritariamente los trabajos realizados en nuestro país desde hace décadas son muy pobres en técnica, expresión artística y sobre todo en innovación y sensibilidad (que hay demasiado "aburrido" y mucho "hortera", hablando en plata). Aún siendo cierto que los clientes no han requerido mucha calidad ni arte, quizás escudados en la tradicionalidad, esto no explica por qué se realizan los trabajos con tan poca calidad o entrega por parte de profesional.

Esta ausencia casi total de técnica y calidad artística en las imágenes de boda españolas parece debida a una relajación por los profesionales ocasionada por la aceptación de los clientes por tradición pero en realidad son los fotógrafos los que han creado esa rutina porque la han estancado en el tiempo y en la comodidad. El cliente no puede reclamar lo que no cree que existe y en España no sabe lo que puede llegar a ser un buen reportaje de boda.

Los fotógrafos de boda (y hablo en términos genéricos aunque sé de muchas excepciones) no se lo toman en serio y sólo trabajan este sector porque da dinero. Muchos fotografían sin tener unos dotes profesionales mínimos que rápidamente se aprecian en falta de sensibilidad y en imágenes repetitivas sin vida ni expresión alguna. Todos sabemos de lo que estamos hablando.

Muchos quisieran hacer otro tipo de fotografía, pero profesionalmente es mucho más complejo vivir de la cámara en deporte, prensa, moda o publicidad que en bodas, comuniones y bautizos (comunmente conocido como BBC). Hacer bodas es fácil. Con la poca calidad que se ofrece cualquiera puede hacer una boda. Eso sí, es un trabajo aburrido, porque no se "vive" y sólo se hace por dinero.

Precisamente por eso es caro, casi porque les cuesta y no les gusta, porque se trata de ganar dinero, más que por la calidad de los trabajos. Esta es una verdad que no trata de ofender a algunos de mis compañeros y que afirmarán los muchos fotógrafos que, como yo, nos tomamos la fotografía de boda como una pasión y no un negocio. Siento si alguien se ofende, de corazón, pero esto es cierto y a veces, hasta un abuso hacia los clientes.

La fotografía de boda de alta calidad no la hace cualquiera. De hecho es para muchos la que requiere mejor especialización (algunos profesionales sólo nos dedicamos a las bodas de forma exclusiva porque no tenemos tiempo de otra cosa). Se necesita ser un "todoterreno" para hacer una boda con calidad y belleza. No hay tiempo, no hay segundas tomas, no hay control sobre la luz, todo está en contra. Hay que saber usar y configurar muy bien y rápido el equipo, haberlo escogido a la perfección según qué necesidades, saber adaptarse a todo. Y cuando digo todo es todo. Además hace falta ser una persona comunicativa y saber tratar al cliente, tener empatía y humildad, paciencia y serenidad.

Este desolador panorama en España está cambiando, no sólo por los profesionales que tratamos de renovar el sector, sino porque la sociedad está cambiando y la ceremonia del matrimonio no está tan cerrada, cohibida y atada como antes. Por lo tanto las posibilidades estéticas cambian y la calidad de las imágenes y la opción a estas por los fotógrafos les hace mejorarse.

No obstante son aún gran mayoría los fotógrafos y fotógrafas que se anclan en imágenes planas, sin calidad artística ninguna sólo porque son aceptadas como validas por los clientes. Esto hace que no se esmeren, que no innoven ni mejoren. Se hacen comunmente en España imágenes artificiales y sin vida que para nada capturan la magia y la emoción de un día tan relevante y trascendental para el cliente como el de su boda y bien que lo está pagando. Cambiemos esto, primero aceptando los errores propios. No nos podemos estancar ni justificar, el cliente lo vale todo, hay que ofrecerle lo mejor, siempre lo mejor. Y lo mejor está dentro de nosotros mismos.

Por Fran Russo (imágenes del estadounidense Cliff Mautner)

¿Qué es el fotoperiodismo de boda?

Básicamente consiste en un reportaje fotográfico donde se muestre con la mayor naturalidad y realidad los hechos que acontecen. Sin poses ni situaciones preparadas y/o artificiales. Sin teatro ni añadidos, sino mostrando el natural devenir de los hechos de un día que ya de por sí es especial y mágico.

Se trata de lograr la mayor espontaneidad y frescura, la realidad de un día lleno de emoción, acción y sentimiento. El fotoperiodista de boda no es sólo un profesional con técnica, sino que debe saber capturar esa emoción, acción y sentimiento. Debe impregnarse de esa magia y ser un testigo más que materializa para siempre el recuerdo de un día inolvidable. Para ello se debe ser un especialista en muchos ámbitos, no sólo técnicos sino psicológicos para sacar lo mejor del momento y del cliente, sin modificar la realidad que le rodea en ese día.

Se contrata a un profesional que va narrar una historia, a quien va a capturar las imágenes que cuentan ese día, todas, no sólo unas instantáneas típicas y/o oficiales. Se engloba todo, las fotografías de todo tipo, desde las que son recuerdo hasta las que son pura emoción.


El fotógrafo no debe molestar, sino todo lo contrario. Permanecer invisible y atento a todo lo que sucede; desde los momentos importantes hasta los más mínimos detalles. De esta forma, en el futuro, la pareja o quien sea, viendo las fotografías hará regresar a su mente la realidad de ese día o podrá imaginarlo con la mayor fuerza si no estuvo presente.

El fotógrafo debe tener unas características emocionales que le permitan reconocer los momentos que deben ser fotografiados y la sensibilidad para captarlos de la manera más bella y artística. Eso lo saben reconocer los novios cuando buscan un profesional, cuando miran a los ojos a la persona en la primera entrevista. Recae sobre ellos la responsabilidad de inmortalizar su día para siempre de la manera más hermosa y emotiva.

La tecnología no sólo ha permitido a los profesionales tener equipos que logran maravillas, sino que muchas personas aficionadas creen poder realizar fotografías con equipos medios. Eso es una trampa que ha echado por tierra tristemente muchos recuerdos de boda al encargar el trabajo a no profesionales que con todo el cariño del mundo quisieron pero no lograron captar lo mejor.

No vale sólo con tener una cámara digital de calidad, sino que depende de cientos de otros factores que un buen fotoperiodista debe calcular y realizar en segundos. El objetivo correcto para el efecto determinado, calibrarlo, usar la luz idónea que siempre cambia, el encuadre ideal y la colocación perfecta. Eso no lo hace cualquiera y por ello no es nada fácil lograr imágenes realmente vivas, realmente bellas.

El fotoperiodismo de boda no consiste en no mirar a la cámara, ni en no localizar algunas escenas. Se pueden realizar fotografías en lugares importantes para la pareja o hermosos sencillamente para ellos, y se puede mirar a la cámara, pero con naturalidad y emoción, no con frialdad y artificialidad. Se trata de captar la realidad, lo mágico, el amor.

Puede haber poses, pero no artificiales. Incluso lo más valioso de estos reportajes es enseñar al cliente a posar, a mostrar lo mejor de sí, a darle confianza en sí mismo para que, a partir de ese momento, siempre se guste en fotografías porque sepa ser él mismo y aceptarse.

El reportaje tradicional es todo lo contrario, amparado en costumbres que no son más que imposiciones de ausencia de calidad por fotógrafos mediocres durante décadas. Y son ahora cada vez más los fotógrafos y fotógrafas que están tomando nota de este estilo de fotografía muy afianzado en el extranjero; queriendo mejorar para ofrecer al cliente algo nuevo que les distinga de lo vulgar y les permita ser profesionales entregados en su pasión; la fotografía.

Por Fran Russo (Imágenes de la estadounidense Anna Kuperberg)